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Fecha: 06 noviembre 2021 21:29

Linaje matrilineal


​Todas las experiencias que vivieron nuestras madres y abuelas están grabadas en nuestro ADN, en nuestra información genética.
Cada cosa que sintieron, cada alegría y cada tristeza, cada logro y cada frustración, cada libertad y cada sometimiento, cada deber y cada placer, cada empoderamiento y cada desvalorización.
Lo que sufrieron en silencio, la desconexión con su cuerpo y alma para soportar abusos e indiferencia, la creencia de existir únicamente para complacer necesidades y deseos ajenos.
Todas sus memorias de supervivencia almacenadas en nuestras propias memorias como una matriz, un molde, un modelo a seguir.
Sus deseos y necesidades no resueltas manifestadas en nuestra desconexión con la feminidad, con la maternidad, con el placer, alteraciones en la menstruación, infertilidad, desequilibrios en el útero, desórdenes en gestación, parto y lactancia.
Nuestros cuerpos cuentan su historia, la que hicimos propia, la que creemos como nuestra verdad, nuestro camino.
Muestran la contradicción que nos genera la fidelidad a esos modelos mentales obsoletos, estáticos a realidades pasadas, desactualizados.
Muestran el deseo de transformación y de cambio, de expresión y de creación, de expansión y de cooperación, el deseo de conectar con nuestro ser, de escuchar nuestra intuición, de hacer nuestro camino correcto, el dharmico para nosotras, el que nos lleva a la sanación y liberación.​

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La tendencia natural es al desequilibrio. Establecerse en Swastha, en Yoga, en Ser, unidad, armonía, salud, requiere atención plena y cambio constante. Para eso es necesario saber hacia donde no ir y tener la voluntad o el prana para redireccionar.

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