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Fecha: 08 octubre 2021 15:10

Nada está bajo mi control


Nada está bajo mi control.
Varias veces durante el día me encuentro repitiéndome a mí misma esta frase.
Me resulta frustrante y hasta irritante cuando quiero hacer algo y no puedo, cuando surge alguna situación que me desvía de mi plan.
Y es que todo el tiempo, en mayor o menor escala, las cosas salen de nuestro control.
Un día llevas una rutina y al día siguiente entras en cuarentena y cambia todo por completo.
De un momento para otro todo puede cambiar, personas que entran y salen de nuestro sistema, ambientes nuevos, trabajos que dejan de existir, actividades que comienzan, el cuerpo y la mente cambia, los deseos y las prioridades también.
Hacemos o decimos cosas buscando un resultado en los demás, ya sea escuchar algo del otro o incluso evitar una reacción.
Llevar las situaciones hacia un lugar controlable, conocido, entramos en un sistema de expectativa y demanda y nos perdemos la maravillosa sorpresa de experimentar la inmensidad de posibilidades cuando actuamos desde un lugar coherente con nuestro sentir.
El control aparece cuando no podemos fluir con el cambio, adaptarnos al movimiento, cuando queremos mantener las cosas freezadas como ayer o cómo pensamos que deben ser, que tienen que ser en el futuro.
​El control nos saca del ahora, del momento presente, que es esto ni más ni menos, lo que es con esta forma y con este tiempo.
No es lo que fue, no es lo que imagino que será, es lo que es, aquí y ahora, y es perfecto así.
El control nos saca del disfrute, del sentir, es una forma rígida de retener, reprimir, aparentar, es la necesidad de transitar lo conocido, lo seguro, lo de siempre.
Es frustrante y desgastante, no podemos ir en contra del cambio ni de la libertad del movimiento.
El control nos aleja de la abundancia de posibilidades que nos regala a cada segundo el universo, si en vez de obstinarnos (inútilmente) en que sea de una determinada manera, nos abrimos a levitar con lo que es, el camino se hace solo y sin esfuerzo, livianos y permeables al viaje, disfrutando el proceso en vez de perderlo por tener la mirada puesta en el destino.
Si quieres hacer reír a dios cuéntale tus planes.
Solo por hoy, ahora, en este momento y lugar, me permito soltar el control y disfrutar mi vida.​​

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