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Fecha: 23 agosto 2021 17:30

Sexualidad consciente


​Así como el cuerpo muestra nuestra historia emocional, el sexo muestra la historia emocional de la relación.
El cuerpo es el canal de la mente, a través de él circulan los pensamientos en forma de sensaciones y reacciones.
Cuando la mente está relajada, abierta y receptiva, el cuerpo también y disfrutamos.
Cuando la mente está cerrada, impermeable y consternada, el cuerpo también y resistimos.
A través de la mente podemos llegar al cuerpo y a través del cuerpo acceder a la mente, son el componente sutil y el material de lo mismo.
En nuestros cuerpos llevamos nuestra historia emocional y también la colectiva, grupos de pertenencia, clanes, tribus, la memoria de nuestr@s ancestr@s, vidas pasadas y karma.
El inconsciente femenino lleva a la Diosa olvidada, cosificada, convertida en una pertenencia sin valor propio ni derecho al disfrute. Memoria de mujeres violadas, maltratadas, sometidas, invadidas, objetos de deseo para el disfrute ajeno, sin siquiera poder pensar en negarse a ello por sus propias vidas y las de sus hij@s.
Estas memorias se manifiestan en la dificultad de la mujer para alcanzar orgasmos, la mujer en su inconsciente está ahí para el disfrute del otr@, no para el propio.
Por lo que deja de ser un acuerdo mutuo y pasa a ser una obligación, un receptáculo de semen violento e inconsciente, una invasión a la cual resiste, se cierra, se protege y no se permite disfrutar.
Como enseña el tantra, el disfrute está en la presencia, no solamente del sexo sino de todas las cosas.
Cuando estamos realmente ahí, no hay mente, no hay pensamientos, no hay memoria, no hay sufrimiento, todo es belleza, amor y placer.
El orgasmo es una manifestación de presencia, de disfrute, de apertura y entrega, por lo que estando presentes durante todo el acto sexual, se extiende más allá de una súbita descarga energética, es una sensación de placer constante.
Que el cuerpo se abra o cierre a la experiencia sexual responde a la emoción que despierte las memorias, si la mujer no se siente amada, respetada, cuidada, considerada, valorada, se cierra al encuentro y no se permite disfrutar.
Si la mujer se siente como una diosa venerada, se abre a la experiencia retroalimentando y prolongando el placer del compañer@, convirtiendo el encuentro en una conexión íntima, una fusión total, una unión sagrada que integra los opuestos masculino y femenino, conciencia y energía creadora, Shiva y Shakti en completa unidad. Capaz de recodificar y sanar memorias, reencontrarnos con la totalidad cuerpo-espíritu, alcanzar la iluminación.​
Escuchemos nuestros cuerpos, ellos nos cuentan cómo nos sentimos.
El disfrute comienza en la presencia y la presencia al igual que la vida, comienza en la respiración. Despertemos la Diosa olvidada, somos energía de creación.​
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